Julio “Bicho” Díaz nació en Humahuaca en 1963. Desde los cuatro años ejecuta el charango y otros instrumentos autóctonos de su pueblo natal. A los doce años formó el grupo los “Omaguacas”, conjunto con el que recorrió los escenarios del país (entre ellos Cosquín) y grabó dos casettes, incluyendo temas de su autoría que había compuesto en la escuela primaria. En Humahuaca fue docente y director de la Banda Municipal de Arte Folclórico, además de integrar y fundar, con el tiempo, diferentes grupos musicales como “La Camerata Humahuaca” y “La Eléctrica Folclórica”. Desde hace 16 años, se encuentra radicado en Córdoba, lugar donde ejerce la docencia y le sirvió de plataforma para llevar su propuesta a distintos escenarios del país y del mundo. Pero no deja de volver constantemente a su tierra, para los carnavales, la semana santa, la celebración de Pachamama y otras fiestas populares.
Innovador y seguro de lo que hace, este creador y notable instrumentista, habló con Argentina Folclore y compartió sus vivencias y proyectos.
- ¿Cómo descubrió su vocación por la música?
- Nací en Humahuaca y muy tempranamente, al decir de mis padres, ya nací con una inclinación muy fuerte para la música y para la danza. Andaba golpeando todo, sacándole sonido a todo y tal es así que tempranamente mi madre me comenzó a estimular y ya supo que no iba a haber otro camino para mí que la música. Así que a los cuatro años, en un día de reyes, me dejaron como regalo en unas zapatillas viejas un charango, una quena, un bombito pequeño y una guitarra que también era pequeña, medio de juguete. Y allí arranqué sistemáticamente. Si bien, hasta ser adulto fui autodidacta, después de adulto recién estudié, la música era mi vida. Entonces era más importante que la escuela, mis animales, mis cabras, que todo. Andaba con mis instrumentos día y noche.
- ¿Cuál fue el primer trabajo discográfico que editó?
- A los doce años grabé un primer disco con un grupo que tenía con otros chicos de mi edad, que fuimos a recalar siendo muy niños a Buenos Aires con ese anhelo, con ese sueño que tienen todos los artistas en un momento. Enganchamos un sello en Mar del Plata y grabamos un disco con este grupo que se llamaba “Los Omaguacas”, música tradicional andina, o para que la gente entienda mejor se llama música de la Quebrada de Humahuaca, con un ensamble instrumental tradicional, o sea, quenas, zampoñas, sikus, charango, guitarra, bombo, y con temas tradicionales y un par de temas propios también. En ese disco estaban dos temas que yo compuse cuando tenía ocho años. Para mí, ese primer disco fue una cosa impresionante por la edad que yo tenía. Era una cosa increíble porque llegar a un disco en ese tiempo era muy difícil. Uno ahora lo puede hacer independientemente, antes no era así. Después participé en muchísimos discos, en bandas, con amigos, siempre en producciones independientes. Pero los los discos que más trascendencia han tenido fueron los que hice ya estando en Córdoba, donde vivo hace 16 años, y fueron: “Concierto de los Andes”, “Sumando Corazones”, “Sin Límites” y “Yo no canto por cantar”.
-¿Qué nos podría comentar sobre estos materiales?
- El primer disco es un sueño que yo tenía, que viví en la época del advenimiento por los 500 años, porque yo también estoy comprometido y trabajando desde siempre en el Movimiento de Recuperación de todo lo que tiene que ver con nuestras cosas como aborígenes. Yo soy de ascendencia aborigen de la etnia Omaguaca. Entonces cuando se venían los 500 años, una de las cosas que yo pensaba, de las tantas que uno piensa, buenas o malas, decía que lindo que hubiera sido el verdadero encuentro. Hubo masacre, exterminio, de todo, menos encuentro. Entonces yo soñaba y decía “pucha, como no fue un encuentro” porque me imaginaba a los músicos de allá llegando y encontrándose con los músicos de acá diciendo vamos a tomar una chicha y diciendo “mirá que instrumento tengo yo” y “mirá lo que escribo y lo que canto”. Yo me imaginaba eso y digo que maravilloso que hubiese sido de esa manera y así surge La Camerata Humahuaca, que está un poco registrado en ese trabajo que pretende ser un ensamble mezclando todos los instrumentos clásicos andinos con una orquesta de cámara clásica europea. Todo tiene que ver con lo que yo me imaginaba que es esa mezcla. Salvo un tema, todos los temas son de autoría propia, tiene características instrumentales, hay solo un par de temas cantados y el resto es instrumental.
El segundo ya es otro proyecto, pensado desde hace mucho tiempo. Yo ya venía pensando en códigos que tengan que ver con la realidad que uno vive cotidianamente, Pensaba en la contradicción de vivir en una ciudad y estar cantándole al campo, que para mi todavía es parte de mi realidad, porque yo siempre vuelvo a mi pueblo. Pero a mí me interesa un folclore vivo, de hoy, no una pieza del pasado o algo muerto, estático sino una cosa que tenga que ver con lo que nos sucede todos los días en cada esquina, en este caso, Córdoba que es la ciudad donde yo vivo actualmente.
-¿De ahí surgió la propuesta de la Eléctrica Folklórica?
-Uno conoce gente, conoce músicos que les ha tocado nacer en la ciudad, vivir otra realidad, que han crecido con otros palos musicales y comparte cosas y de ahí también surge nuestro folclore con la Eléctrica. Entonces tiene esos colores y esos matices. Siempre hago mi música pensando en que no pierda identidad, de que sea algo nuestro y le doy colores actuales porque yo creo que de eso se trata, la vida es así, sino se hace un cadáver, se hace algo muerto. Yo siempre cuando hablo con alumnos, amigos, gente o público les digo, por ejemplo, que cuando uno concibe una zamba es básicamente un juego de relación amorosa. Mi abuelo se enganchó a mi abuela de una forma; mi viejo a mi vieja de otra forma, con otros códigos; y yo también tengo otros códigos, entonces es imposible hacer una cosa estática con la zamba, porque si queda estática se muere, desaparece y eso es lo que no hay que hacer. Hay que tener siempre la apertura suficiente como para permitir que el folklore naturalmente vaya evolucionando. Naturalmente digo también porque a veces en la búsqueda de ir hacia adelante uno se da cuenta que tiene que retroceder de nuevo y volver a las raíces. Pero bueno de eso se trata, ese es el desafío que yo me propuse.
- ¿Cómo se vive la música popular en su tierra natal, Humahuaca?
- Nosotros tenemos la suerte de ser, creo, la provincia más rica en cuanto a manifestaciones culturales propias. Hay una variedad impresionante y una vigencia muy importante. Viajé por todo el mundo, sobre todo, conociendo mi país y he descubierto que desgraciadamente en muchos lugares se habla del folclore y de las cuestiones culturales, de determinados eventos, como cosas del pasado. Yo muchas veces he llegado a muchos lugares que se decía: “aquí estoy en el lugar de la chacarera”, y nunca encontré nada, siempre encontré lo que encuentro en todos lados, que es la música de moda, la que se escucha en todos los medios. Pero, por suerte en Jujuy, sigue aún viva nuestra identidad. Tenemos una enorme cantidad de manifestaciones -música, cerámica, tejido, escultura, poesía- que tienen que ver con lo nuestro. En ese aspecto me siento afortunado de ser de allá y de haber heredado todo eso.
- ¿Por qué eligió ser un artista independiente?
- Ser un artista independiente, te permite la tranquilidad de hacer lo que vos piensas, sientes y concibes desde tu filosofía, tu vivencia, tu visión social, política y de lo que es tu realidad, la de tu pueblo y la del cosmos. En un punto es una elección. En un momento uno debe decidir que es lo que debe hacer y se decide por la búsqueda, por intentar aportar un granito en esta arena total que es la cultura nuestra, entonces uno sabe que va a ser difícil el camino y a la vez tiene la tranquilidad de decir “yo estoy haciendo lo que quiero, estoy tranquilo conmigo mismo, antes que nada”. Después, está la lucha, el anhelo de poder vivir dignamente de lo que uno mejor hace, que en este caso es la música.
- ¿Cuál es la principal satisfacción que le dio la música?
-La satisfacción es la gente que uno conoce, los lugares que uno conoce, pero los lugares tienen sentido a través de la gente. Yo puedo decir que tengo gente que extraño cotidianamente en distintos lugares del mundo y que tengo necesidad de verla, de hablar, de compartir. Gente que me hace sentir que no estoy tan solo y que no estoy tan equivocado por ahí en lo que pienso. Creo que hay mucha gente que piensa, siente, sufre y goza igual que yo; y que la música me haya servido de puente para conocerlas, eso me parece maravilloso.